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KING
KONG (1933) Ficha artística: Dirigida
por: Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack
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Para mí, la película de aventuras que todo director de cine que se precie debería visionar al menos cien veces, antes de decidirse a rodar un filme de este género. Con todos sus anticuados efectos e innumerables fallos, mantiene vigente un encanto especial que, hasta la fecha, nadie ha sabido superar. Recuerdo perfectamente la primera vez que pude verla. Fue en el Cine Actualidades, que se encontraba en el Pº.Independencia de Zaragoza, y gracias a las reposiciones tan habituales por aquellos años. También recuerdo lo primero que hice al terminar la película: mirar el reloj. Yo no podía creer que cien minutos, pudieran haber pasado tan deprisa. Podríamos decir que esta película es la continuación lógica de "The lost world" (1925). Sus efectos especiales, que hoy en día pueden hacer reír a algún insensible descerebrado, son extraordinarios para su época, siendo la imaginación su mejor recurso. El guión es de una agilidad extraordinaria y, al contrario que suele ocurrir con otras obras en que el principal protagonista tarda bastante en aparecer en escena, en ningún momento se hace largo ni aburrido el viaje hasta la "Isla Calavera". Lo que sucede a continuación es ya CINE con mayúsculas: la llegada de la expedición en el momento de los preparativos para el sacrificio a Kong de una nativa; el impacto que produce la belleza rubia de Ann Darrow (Fay Wray), en el jefe de la tribu; el posterior secuestro nocturno de ésta, y la llegada del grupo rescatador justo en el momento de la aparición de King Kong, son una sucesión de emociones que ningún remake ha podido superar. Después, el delirio: una isla anclada en la prehistoria, envuelta en una niebla tenebrosa y llena de peligros, se ve amenazada por primera vez por el peor de todos: el hombre. En pocos minutos, los perseguidores de Kong al rescate de la bella Ann, pasarán a ser perseguidos por el gran gorila cuando le arrebaten su último sacrificio humano; el único juguete que no rompió, la única muñeca que le ha hecho poner ojos de bobo; la causa de que, por primera vez en su vida, pierda el control y la fuerza: EL AMOR. El mito de "La bella la bestia" toma por primera vez cuerpo en la película, aunque ya nos lo había advertido el director al comienzo, cuando tras los títulos de crédito acompañados por la excelente partitura de Max Steiner, se lee el maravilloso proverbio árabe. Lo que viene a continuación, todo el mundo lo ha visto alguna vez. La codicia y la estupidez humana convertirán a quien durante mucho tiempo había reinado en su hábitat natural, en un mono de feria. Después, el caos. El Nueva York de los años de la gran depresión ha recibido, sin comerlo ni beberlo, un nuevo problema. Las fuertes cadenas de acero no servirán para impedir que el gran enamorado recupere a su amada. Eso es amor, y lo demás cuentos chinos. Pánico en la gran ciudad y la elección del mítico Empire State para buscar un lugar de protección. El gran gorila tenía en el punto más alto de su isla su guarida. Allí, dominaba a sus enemigos y se sentía seguro. Allí, no había aviones ni ametralladoras. Poco después: el más bonito y triste final de la historia del cine. En ese momento, hasta el culpable de todo, el productor Carl Denham (Robert Armstrong), reconoce que ha sido la belleza la causa de la muerte de la bestia. Por
favor, señores directores de cine: no se molesten en hacer nuevos
remakes. El último (Peter Jackson-2005), sin hacerlo del todo mal,
no ha logrado igualar el encanto de esta maravilla de hace más
de setenta años. De los anteriores, más vale no hablar.
Supongo que yo habré muerto cuando un nuevo director lo intente
de nuevo, pero no me importa, porque estoy seguro de que no me perderé
nada interesante. |