Que escatimaron, ahorraron, regatearon y
recorrieron mil y una tienda, comparando precios y haciendo números.
Que batieron y amasaron; cocieron y hornearon pasteles, rosquillas y
galletitas con forma de estrella, de árbol, de campana...
Que se subieron a la escalera, o bajaron al desván, rebuscaron
y sacaron la maravillosa cesta de los adornos de navidad, con ese olor
a musgo guardado año tras año.
Que nos enseñaron con unos simples corchos a crear montañas,
con espejos a hacer ríos, con polvos de talco creamos paisajes
nevados y con serrín hicimos caminos y caminos. Sonando de fondo
los villancicos, encendimos cada año esa pequeñita ciudad,
sin olvidarnos del papel azul estrellado.
Con ellas aprendimos que las lavanderas no están en el portal,
que Herodes tiene su castillo y sus esbirros con lanza, que la mula
y el buey siempre están al fondo del portal y que un camello
puede recorrer los caminos de serrín desde Oriente a Belén,
con sólo 3 patas... la cuarta, en el nuestro, con el paso de
los años, era de alambre.
Que el día 24 de Diciembre, el portal de Belén se llena
de pastores, ovejitas, pavos, gallinas...menos los reyes, que llegan
siempre el día 6, guiados por la "mágica estrella"
plateada, que colgaba de un hilo, desde el techo, o clavada con un alfiler
en el corcho del portal.
Que se subían sobre sillas, para poner, colgar y adornar con
cadenetas, estrellas, guirnaldas y bolas, creando en la casa, el ambiente
navideño.
Que pasaron media noche redactando listas, tachando y agregando, agregando
y tachando, que compraron chritsmas, sellos y las remitieron a tiempo
a familia y amigos.
Que vieron las luces del alba cosiendo disfraces de pastores, de Josés
y Marías, haciendo zambombas o pegando cascabeles.
Que vivieron la mañana navideña entre paquetes y papeles
de envolver, cintas y notas, que sólo unas horas antes, habían,
ellas mismas, envuelto, pegado o escrito a escondidas.
Que algunas veces tuvieron que hurgar en la basura hasta encontrar la
factura perdida, suspirando con alivio.
Que buscaban y buscaban cada año nuevos escondites para guardar
los juguetes, sin saber (¿o si?), que siempre los encontrábamos.
Que nos hicieron soñar hasta el punto de que vimos a los Reyes
Magos, escuchamos el sonido de los camellos, y algunos desde la cama,
vimos la luz de la mágica estrella.
...Que construyeron nuestra navidad.
MARÍA JOSÉ NAVARRO BARTOLOZZI
Ver su blog: "Hago
broches todo el rato"