Historias del "fúrbol"

EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón


          Algunos seguidores de la serie de televisión «Vikingos» habrán observado que, salvo en el medio de transporte, no existe gran diferencia entre las formas de invasión llevadas a cabo por aquellos hijos de Odín y las utilizadas hoy en día por los hinchas más radicales de algunos equipos de fútbol que participan en competiciones internacionales.

            Ragnar Lothbrok y sus hijos, desplazándose por mar en viejos barcos de madera, pudieron haber impulsado el personaje del vándalo que ahora viaja en aviones para tomar al asalto los hoteles, calles y plazas de algunas ciudades de la vieja Europa.

            Cuando presenciamos por televisión el violento comportamiento de estas hordas, no podemos evitar acordamos de otros tiempos no tan lejanos en los que acompañar, por cualquier parte del mundo, a nuestro equipo era tan solo  un viaje de placer y entretenimiento.  Unos tiempos en los que los futbolistas no eran tratados todavía como estrellas del rock, ni cobraban tan escandalosas cantidades.  Unos tiempos también en los que aún quedaban viejos aficionados que decían “fúrbol”, un vocablo que en épocas recientes únicamente utilizaba el que fuera, hasta hace poco, el máximo mandatario de la Federación Española de Fútbol.  (Increíble, pero cierto).

            Coincidiendo tanto disparate con que los dos equipos de mis amores deambulan últimamente por tierra de nadie, salí de casa hace unos días con dirección a mi compañía telefónica para que me informaran acerca de la cantidad de dinero que podría ahorrarme dándome de baja en el servicio de fútbol televisado.  Al fin y al cabo, pensé, lo que realmente me interesa, aparte de una buena conexión a Internet, es el cine, las series y poco más.

            El comercial que me atendió me explicó que, según las características de mi contrato, los partidos de fútbol formaban parte de un mismo paquete en el que se ofertaba el cine y las series. Insistí en preguntar por alguna manera de separar el fútbol pero de nuevo recalcó que todo ello formaba parte de un mismo, cerrado e inseparable lote, por lo cual salí de allí tal y como había entrado.

            De vuelta a casa pensé que había hecho lo correcto porque, si hubiese dado de baja el fútbol, no tendría acceso a la V temporada de «Vikingos» y me perdería el ver cómo los descendientes de Ragnar siguen acompañando a sus equipos por toda Europa.

            Tenía razón el comercial que me atendió.  Los vikingos y el “fúrbol” son inseparables.

 

Rafael Castillejo - Zaragoza, 11 de abril de 2019