Historia del mono del anís

EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón


                 De niño, me resultaba curiosa e inquietante la fisonomía de aquel mono. Todo quedó aclarado cuando, ya de mayor, supe que aquellos rasgos que tanto me inquietaban eran  consecuencia de que el autor del dibujo, en lugar de tomar como ejemplo un primate, se había fijado en Charles Darwin, el célebre científico que con su teoría de la evolución de las especies causó tanta polémica en su tiempo.

                  El origen del nombre "Anís del mono", parece ser que se debió a un monillo que correteaba suelto por la fábrica que los hermanos Bosch tenían junto a la playa de Badalona y que podía haber llegado, un día cualquiera, en algún barco procedente de América. La gente que pasaba por allí, comenzó a referirse a la factoría como "la fábrica del mono" y de ahí el nombre.

                  Un simio con una botella bajo el brazo, acompañado de una mujer morena ataviada con vestido floreado y mantón de Manila, era lo que podía verse en uno de los dos carteles con los que, en el año 1898, el pintor y diseñador gráfico catalán Ramón Casas se presentó al concurso que el industrial Vicente Bosch había convocado para anunciar su marca.  Entre 162 proyectos, el de Casas resultaría ganador, llegando a convertirse en todo un icono de la publicidad y del arte gráfico español durante las primeras décadas del siglo XX, un tiempo en el que estos carteles de gran tamaño se hacían dueños de muchos puntos estratégicos en las grandes urbes.

                  Aunque en el mono que aparece en los carteles de Ramón Casas no se aprecia ningún rasgo que pueda considerarse caricaturesco, en la imagen que finalmente se utilizó para la etiqueta de la botella, obra del grabador Salas, se puede observar claramente un indudable aspecto humanoide en el animal,  de parecido más que razonable con Charles Darwin.  Si a esto se le añade lo que puede leerse en el pergamino que el simio porta en una mano: "Es el mejor.  La ciencia lo dijo y yo no miento", podrían tener razón aquellos que decían que los hermanos Bosch estaban en contra de la teoría de la evolución y que, con el diseño de la etiqueta, pretendían desprestigiar a Darwin.

                  También tiene su historia esa botella adiamantada que comenzó a fabricarse tras un viaje a París de Ramón Bosch, propietario junto a su hermano de la firma en cuestión. Un frasquito de perfume con esas formas, adquirido para su esposa, inspiró un modelo de botella que después muchos imitaron . Botella que, incluso hoy día, se sigue utilizando como instrumento musical de acompañamiento de villancicos, rozando su superficie con una cuchara o una llave.

 

Rafael Castillejo - Zaragoza, 14 de junio de 2018