La Navidad de Juan Ferrándiz

EL DESVÁN / Rafael Castillejo
Publicado en el suplemento "Artes & Letras" de Heraldo de Aragón


            Tengo una amiga que, al llegar la Navidad, extiende por el mobiliario de toda la casa parte de su colección de tarjetas dibujadas por Juan Ferrándiz.  Hace tiempo que optó por esta solución, en detrimento del Belén y del abeto, porque asegura que no hay nada en el mundo que le recuerde más su infancia que los bellos y tiernos dibujos de este gran ilustrador, fallecido en agosto de 1997 cuando contaba 79 años de edad.

            Antes de que Juan Ferrándiz se dedicara a la creación de postales navideñas, o “christmas”, como ya se les llamaba entonces, la oferta  era abundante pero toda de corte clásico.  El estilo de Ferrándiz, con aquellas caras redondas, simpáticas y achinadas, fue entrando poco a poco hasta llegar a convertirse en el más solicitado.  Resultaba fácil diferenciar un christma dibujado por Ferrándiz del resto porque, entonces, todavía no habían surgido sus imitadores.  En todo caso, ante la duda, siempre se podía encontrar su firma, totalmente legible, en la parte inferior de las tarjetas.

            Partiendo de los esquemas desarrollados en sus chritsmas de formato vertical, inició lo que sería para él otro éxito sin precedentes: el recordatorio de Primera Comunión, convirtiéndose también, en este campo, en el ilustrador más valorado.

            No podemos olvidar que, además, Juan Ferrándiz escribió e ilustró medio centenar de cuentos, destacando los inolvidables troquelados, conocidos en su tiempo como “libros-juguete”, por llevar en la tapa un pequeño complemento que resultaba ser la principal seña de identidad del personaje en cuestión: la espumadera de “Mariuca la Castañera”; la escoba de “La Ratita Presumida”; las gafas de “Maripili”, el silbato de “El Urbano Ramón; las tijeras de “El Sastrecillo Valiente”, etc.  Tras muchos años agotados, el recuerdo y la nostalgia de tantos de los que fuimos niños durante las décadas centrales del siglo XX, hicieron posible su reedición facsímil en el año 2009.

            Juan Ferrándiz había nacido en Barcelona y, como no podía ser de otra manera, en Navidad.  Concretamente, el 31 de diciembre de 1917.  Cuando hace un año se cumplió su centenario, nadie del mundo de la Cultura se acordó de conmemorarlo.  Tal vez tuviera que ver su impronta eminentemente  religiosa, poco afín a los tiempos que nos está tocando vivir.

            No obstante, aunque ahora las familias apenas escriben tarjetas navideñas, el recuerdo de Ferrándiz permanece vivo, lo mismo que su obra, que en la actualidad se sigue comercializando y puede adquirirse en lugares especializados.

Rafael Castillejo - Zaragoza, 13 de diciembre de 2018