MOCOS EN EL ESCAPARATE

Por:

Rafael Castillejo (Zaragoza)

 

 

 

 

En aquel tiempo había dos tipos de escaparates en los que los críos de familia humilde se dejaban los mocos soñando tras el cristal.  Unos, como los de las pastelerías más céntricas y lujosas, lucían durante todo el año,  Otros, los de las tiendas  de juguetes, sólo en los días navideños.

Algunos pasteles y tartas eran un artículo de lujo  para muchas familias que debían limitarse al consumo de magdalenas, bollos, brevas, palmeras, cucharadas o suelas. Lo mismo ocurría con ciertas cosas expuestas en las jugueterías, donde no hacía falta saber leer el precio para deducir que podían ser prohibitivas para las familias humildes como la mía.

Nunca tuvo que explicarme nadie que mi carta a los Reyes Magos debía ser escrita con mesura y, actuando así, sus majestades nunca me defraudaron. Por ejemplo, no me trajeron un tren eléctrico de aquellos con largas vías y varias estaciones, pero sí uno de cuerda que me llenó de alegría y satisfacción y con el que disfruté todo lo que podía disfrutar un niño en aquellos  años ya tan lejanos.

 

 

Rafael Castillejo - Zaragoza